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Después de la Etnometodología
por Abdel Hernández San Juan
3- El Eclipse de la Evocación.
II
La Evocación
Permitaseme desarrollar más en profundidad el concepto de evocación.
La evocación no puede ser hablada, no puede ser escrita. Decir,
por ejemplo, Evocar-evocando—aunque evoquemos evocando—pero
como si trataramos de controlar los efectos de evocación, es
lo mismo que decir correr-corriendo o hablar-hablado, es una redundancia.
El verbo pierde su fuerza de gravedad por la redundancia del gerundio.
Pierde la característica de estar en el centro y abajo. Como
Foucault sugería cuando explicaba que todas las formas del
lenguaje forman estratos alrededor del verbo. Sin embargo, es más
interesante que esto. El verbo evocar no cierra su amplio y rico sentido
definiendo el acto “el evoca”, esta expresión no
es tan clara como aquella otra “el sueña”. Soñar
soñando es más gráfico que evocar evocando desde
el momento en que podemos imaginar que el que sueña sueña
soñando y sueña que sueña, no podemos decir que
el que evoca, evoca que evoca.
No es una regla o una variación de una regla. Una metonimia,
por ejemplo, si bien no todas, puede ser evocativa, pero sabemos cuales
son las reglas de lenguaje según las cuales se forman las metonimias,
podemos decir en el lenguaje, esto es metonimia porque mediante una
parte debemos imaginar el todo que sugiere, pero no todas las relaciones
entre la parte y el todo son evocativas y no podemos describir, como
en la metonimia o la metáfora, el tipo de figuras según
los cuales se forma la evocación. La evocación es un
efecto de lenguaje, pero no tiene un territorio preciso, unas figuras
pueden ser evocativas, otras no, pero la evocación en si misma
no es una entre ellas.
Tampoco la evocación es propiamente un género. Los géneros
provienen de enunciaciones situacionales, saludos, despedidas, réplicas,
que primero surgen en el habla y luego se van volviendo regulares,
regularizados, deviniendo en figuras de la escritura. La escritura
misma es una imitación, en su forma simple de signo visual
imita sonidos, pausas, espacios, en su forma compleja de gramática,
se desarrolla como géneros que primero se establecen como géneros
del discurso enunciado. La evocación no es propiamente, una
forma que reiterada desde los actos de habla se regulariza hasta devenir
luego una forma en la escritura. Tampoco podemos decir que la evocación
sea propiamente lo que entendemos con el concepto de juegos de lenguaje,
no es propiamente un juego de lenguaje, si bien los juegos de lenguaje
pueden generar evocaciones, como también los juegos de lenguaje
pueden generar metonimias, evocativas o no.
Como sugiere Lyotard los discursos de los artistas, los economistas
y los políticos suponen un modo distinto de intercambiar el
tiempo y los géneros que se desarrollan con más recurrencias
en los usos más en unas profesiones que en otras, están
relacionados y se van regularizando según estas diferencias
en los modos de intercambiar el tiempo. Sin embargo, pensar que la
evocación es en si un juego de lenguaje suponiendo una forma
de comunicación en la que haya mucho tiempo, como en el arte,
sería obviar que en algunos lenguajes la evocación emerge
de que no hay en ellos una relación al tiempo sobrante como
puede ser en los lenguajes corporales evocativos, así como
puede haber evocación en imágenes contemplativas. No
estoy diciendo con esto que no haya evocación en la estética,
un concepto que usualmente relacionamos a mucho tiempo para contemplar
la belleza, si la hay, hay evocación en la estética,
pero también hay estética en la economía, como
puede haberla en las relaciones de oferta y demanda.
Pero la evocación—como desde el principio he propuesto
situar su análisis y campo de investigación en el lenguaje
y dentro de este en las imágenes y figuras tropológicas
evocativas, no es, como otras figuras, unas suma de signos y significantes.
No es la escritura del significante. Ella no se colecciona alrededor
de algo como suele ocurrir con imágenes que analizamos su funcionamiento
por el modo en que están precedidas o son sucedidas por otras,
no habría en todo caso un modo de esta relación que
pudieramos decir que como regla es la que forma la evocación,
tampoco es propiamente lo que entendemos por escritura del significante.
La escritura del significante se caracteriza por el hecho de que rompe
la transparencia de la escritura vis a vis el habla y en su lugar
establece otra no transparencia, esta vez como una escritura que,
descontectada del hablar, no remite incluso ni a si misma.
No poseyendo un afuera o un exterior la escritura aparece como trazo.
La evocación no es una forma del trazo, ni es una forma del
gesto, no podemos explicarla según una semiotica del gesto
o del trazo, aunque determinados gestos y trazos puedan resultarnos
evocativos a cambio de otros no. Discutiendo la escritura significante
Derrida se refería a una metáfora eterna sin clausura,
el llamado juego poético, pero la evocación es una forma
de lenguaje aunque no tenga en este un territorio preciso y su relación
a la voz no siempre la relaciona a los lenguajes poéticos,
aunque algunos lenguajes poeticos puedan resultar evocativos.
La metafora eterna de Derrida más bien remitía a una
tropología erotica y es claro que la evocación no puede
ser remitida a los tropos eróticos, aunque varios entre estos
puedan llegar a ser evocativos. Un punto relevante aquí a nivel
teórico podría ser la interesante movida genelógica
que hace James Clifford hacia la escritura automática, las
formas inventivas que dan el tipo peculiar de poeticas del surrealismo,
la superposición, la yuxtaposición, el collage, el montage,
pero discutiré estas cosas más adelante. Por el momento
es de precisar una relación a la voz que puede incluso ser
una voz de la imagen sin sonido, lo cual nos lleva a un análisis
crítico sobre la relación entre evocación y poesía.
Pregunto, en correspondencia a la voz que corresponde a la evocación,
qué hacen los significantes entre ellos mismos cuando estos
no reciben su luz de los actos de habla?, Qué hacen los significantes
cuando se refractan unos a otros en una casa de espejos, sin recibir
su luz de la voz viva y de la vivacidad de la voz?, pienso que recrean
la lengua y pienso que mucha poesia lo que hace es recrear la lengua
y recrearse en la lengua no recibiendo su luz del habla y de la enunciación
viva.
“El lenguaje en los géneros poeticos—permitaseme
citar a Bajtin en este punto preciso del análisis—suele
ser un lenguaje unitario fuera del cual no hay nada ni se necesita
que haya algo más que exista. La idea de pluralidad de lenguaje
está cerrada para el lenguaje poetico. Por eso es caracteristico
que si un poeta no acepta una forma pre-dada de lenguaje sueñe
con una forma artificial para crear un nuevo lenguaje, pero dificilmente
hará surgir ese lenguaje del trabajo con formas percibidas
en lo real social y en los dialectos sociales vivos, el lenguaje poético
muchas veces reprime la dialógica natural del lenguaje”.
Poiesis, Proceso
Podríamos en referencia al concepto de temporalidad que he
presentado, recordar en este punto a Ricoeur. En su libro Tiempo y
Narración (1985) Ricoeur comenzaba con la clásica pregunta
sobre la ontología del tiempo y preguntaba cómo puede
ser el presente, cómo debemos entender el ser actual del presente,
si el pasado ya no es, si el futuro todavía no es y el presente
no es siempre?.
No podemos definir el presente por si mismo sino desde nuestra relación
al espacio, pero este espacio es el espacio definido en la temporalidad
como un triple presente, el presente de las cosas pasadas, el presente
de las cosas presentes y el presente de las cosas futuras, el presente
mismo no tiene extensión en el tiempo sino es por el efecto
de esta temporalidad implícita al triple presente. Es en el
pasaje en sí mismo que debemos simultáneamente entender
la multiplicidad del presente.Es en la poesis, en el proceso donde
debemos buscar, tanto en arte como en etnografía, ese otro
performance que puede hacer hablar lo evenencial del proceso. No se
trata de mostrar que las imágenes de lo evenencial, de lo que
acontece, de lo que es eventual al transcurrir del tiempo en la vida
cotidiana también son creadas por el lenguaje, porque esto
ya lo sabemos.
Lo evenencial lo encontramos en la superficie en ese vapor incorporal
que escapa de los cuerpos y si no hay nada que buscar detrás
de la cortina—como decía Deleuze—“es porque
todo es visible, es através de los cuerpos como nos relacionamos
a lo incorporal, lo evenencial deviene ilimitado”. Dado que
el tiempo no es nada sino el devenir, este trabajo de campo y este
proceso es siempre y tiene lugar siempre. No podemos definir de una
vez por todas una relación definitiva entre lenguaje y mundo,
entre identidad y diferencia, entre lo que es representado y su representación
porque en los procesos nosotros no estamos siempre en el mismo lugar
en que nos hicimos la pregunta. No se trata tanto de la existencia
del devenir, no es lo que existe en el devenir, sino lo que insiste,
se relaciona más al sentido que damos a la vida y las cosas
que a los significados que asignamos a estas los cuales son siempre
variables y cambiantes. Las relaciones entre el observador y el observado,
el antes y el después, el principio y el final, desaparecen,
porque siempre podemos publicar un libro cerrando en este algo que
en otro queda abierto, porque las obras no son más que momentos
que recogen fragmentos de una experiencia que siempre se renueva.
Performances pueden ser libros de autor, pero pueden ser también
exposiciones, multimedias, etc.
Un libro no es nunca una imagen definitiva del mundo, en un libro
no hay mucho que interpretar o significar, pero si mucho que experienciar.
Los libros pueden ser aquellos en los que las escrituras se vuelvan
experimentales como resultado de una crítica constante y es
en este punto en el que podríamos enfocarnos para precisar
una relación entre la experimentalidad, la experimentación
y la idea de olvidar que está implícita en la noción
y en la vivencia de los procesos. No se trata, claro está,
de olvidar en el sentido de no retener o de literalmente no recordar
algo. Para encontrar esta otra forma de entender el sentido del concepto
de olvido deberíamos referirnos a la idea del dejar darse,
del dejar que se de que debe caracterizar nuestra apertura hacia los
procesos y en estos, para dejar que se de, para dejar darse. Olvidar
en este sentido no es algo más que debemos hacer, sino algo
que ya estaba, es no sólo—como es la acepción
usual del concepto en la vida cotidiana—olvidar los resentimientos--,
sino también y, sobre todo, aprender, porque como decía
Bateson, nosotros aprendemos realmente cuando aprendemos a aprender.
Y yo considero que esta fue y ha sido el sentido más noble
que ha movido a los mejores antropologos, la idea de aprender.
En este sentido quisiera retomar el ejemplo del cuento de Mark Twain
que citaba al inicio. La parabola de Eva nos sitúa Eva en el
centro del concepto del tiempo evenencial, Eva no recuerda si hubo
un dia antes de ayer y en todo lo que se escribe se reporta siempre
en un proceso, posiblemente el pasaje sugerido por Twain y que he
evocado aquí no es más que una representación
de la idea de dios como la idea misma de aquello que hace la nobleza
a la apertura de los seres en el tiempo, hacia si mismos y hacia los
otros. En términos de géneros, ella pueda estar escribiendo
un ensayo, un diario, puede simplemente estar tomando notas, puede
hacer un diario, un libro, pero ninguno de los géneros que
escoja es más determinante que la relación experimental
que la define a ella misma en relación a si misma y al tiempo
en el transcurrir de la vida cotidiana. La metáfora de Eva,
ejemplificada en este ensayo en referencia a Twain, me sirve para
ejemplificar esa posición epistemológica que define
la experimentalidad del trabajo de campo y de la escritura.
El concepto de evocación está relacionado a lo ritual,
supone la ritualidad de los procesos y si hay evocación en
este o aquel lenguaje, esta o aquella obra, este o aquel libro, es
porque en una u otra forma el proceso y su ritualidad han sido importantes
en el tiempo de discurso que tenemos ante nosotros, en las páginas
del libro que leemos, en la visualidad de las obras que vemos expuestas,
en la pantalla o en el teatro. El faltar a su lugar que antes discutía
en relación a la escritura como la invensión del sujeto
por si mismo, puede ser rellamado en este punto para analizar esta
vez los emplazamientos que el individuo debe hacer en el faltar a
un determinado lugar para poder crear y ser productivo.
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